Mayordomía Bíblica

Mayordomía Bíblica: La Verdad Acerca del Dinero
La mayordomía bíblica requiere que un cristiano vea al dinero diferentemente de la manera en que el mundo secular lo ve. El mundo secular iguala afluencia con éxito y felicidad. Por lo tanto, la sociedad constantemente lucha para adquirir tanta riqueza como sea posible. La Biblia, sin embargo, pone al descubierto la inutilidad de tal lucha, al revelar la verdad acerca del dinero. Los Salmos proclaman: "Más el hombre no permanecerá en honra; es semejante a las bestias que perecen" (Salmo 49:12). No importa cuánto uno luche para enriquecerse, la muerte siempre lo espera, porque el dinero no puede añadir nada a la vida de uno.

Uno podría discutir que aunque el dinero no nos libra de la muerte, vale la pena buscarlo, porque trae felicidad y satisfacción en la vida. Salomón, un hombre sabio y rico, argumenta: "El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad. Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos?....pero al rico no le deja dormir la abundancia." (Eclesiastés 5:10-12). El dinero es vanidad. No puede nunca satisfacer a aquellos que lo aman, a cambio, ofrece bienes frívolos y ansiedad. La lucha por la riqueza trae con ella insatisfacción, no una vida mejor.

Mayordomía Bíblica: Aquello Que Tiene Verdadero Valor
La mayordomía bíblica no requiere que un cristiano desprecie el dinero o que deje de ganarlo. El dinero es una necesidad para el vivir básico. La Biblia advierte, sin embargo, que el amor al dinero es la raíz de todos los males (1ra de Timoteo 6:10). Es importante no permitir que el dinero se convierta en el centro de nuestras vidas. Cuando el dinero no es el objeto del amor y la devoción de uno, uno es libre de enfocarse en cosas más elevadas.

Una buena mayordomía exhorta al cristiano a encontrar valor verdadero en la vida. Si el dinero no le ofrece mucho a la vida, ¿qué lo hace? La Biblia afirma: "El que confía en sus riquezas caerá; mas lo justos reverdecerán como ramas" (Proverbios 11:28). El justo, no el rico, prosperará. Pero ¿cómo prospera el justo sin riquezas? Ellos prosperan porque entienden y poseen lo que tiene un valor mayor.

El justo posee carácter. Proverbios 22:1 dice: "De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama más que la plata y el oro." Una reputación pura debe ser la meta de uno en la vida, en lugar de la acumulación de riquezas. El carácter perdura. El dinero no puede.

Creer en Dios le ofrece al justo una vida de riquezas (Romanos 11:33). Conocer a Dios y entender su amor son las verdaderas riquezas eternas. El autor de Hebreos escribe: "Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque Él dijo: No te desampararé, ni te dejaré" (Hebreos 13:5). El dinero no ama y tampoco perdura. Es Dios quien permanece y bendice a sus hijos en cantidades inconmensurables - esta promesa, no el dinero, satisface verdaderamente.

Mayordomía Bíblica: Se Trata del Corazón
La mayordomía bíblica le pide al cristiano que le retorne a Dios a través del diezmo. La palabra "diezmo" simplemente significa "un décimo." Por lo tanto, un cristiano debe apartar un décimo de su ingreso para Dios.

Para Dios, el diezmo no se trata solamente de un porcentaje. El diezmo tiene que ver más con el corazón de uno durante el acto de dar, que con la cantidad de dinero ofrendada a Dios. La Biblia nos da esta historia: "Levantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas. Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas. Y dijo: 'En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. Porque todos aquellos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; más esta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía.'" (Lucas 21:1-4). La mujer dio dos monedas de bronce, lo que equivalía a una fracción de un centavo. Esto parece una cantidad trivial. Sin embargo, Dios vio su cantidad trivial con más estima, que las grandes ofrendas de los ricos. ¿Por qué? Al dar todo lo que tenía, la mujer demostró su absoluta devoción a Dios. Ella estuvo dispuesta a ofrecer todo lo que poseía para mostrarle amor a Dios.

La mayordomía bíblica es un dar por devoción, en vez de por obligación. Tiene que ver con el corazón del dador, el cristiano que está dispuesto a dar de su pobreza, no de su riqueza.

Mayordomía Bíblica: Dando a Otros y Haciendo una Diferencia
La mayordomía bíblica proporciona ayuda a los menos afortunados. La Biblia dice: "La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo." (Santiago 1:27). El dar no termina con el diezmar. Dios pide que el corazón dador se extienda a aquellos que lo necesitan más, las viudas, los huérfanos, y los pobres. Como cristiano, uno debe ayudar a aquellos necesitados, compartiendo las bendiciones que uno ha recibido de Dios. Aún después de entender que el dinero no satisface, un cristiano puede encontrar difícil el deshacerse del dinero dándolo a los necesitados. Sin embargo, la Biblia promete: "El ojo misericordioso será bendito, porque dio de su pan al indigente" (Proverbios 22:9). La persona generosa -- aquella con corazón de dador -- encuentra bendiciones al dar. Cuando uno les da dinero a otros, uno recibe riqueza de muchas otras maneras. Como cristiano, es tiempo de hacer una diferencia por Dios. Mateo 6:24 dice: "Ninguno puede servir a dos señores. Porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas."

Entre Dios y las riquezas, ¿a quién escoge usted amar?

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Y tú, ¿qué piensas?

Todos hemos pecado y merecemos el juicio de Dios. Dios, el Padre, envió a Su único Hijo para cumplir ese juicio por aquellos que creen en Él. Jesús, el creador y eterno Hijo de Dios, quien vivió una vida sin pecado, nos ama tanto que murió por nuestros pecados, tomando el castigo que merecíamos, fue sepultado, y se levantó de la muerte como lo dice la Biblia. Si de verdad crees y confías de corazón en esto, recibe a Jesús como tu Salvador, declarando: «Jesús es Señor», serás salvado del juicio y podrás pasar la eternidad con Dios en el cielo.

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