Gracia contra Obras

Gracia contra Obras – Ganando nuestra Salvación
La gracia contra las obras ha sido un debate por siglos. No es sorprendente que el hombre se sienta obligado a ganarse la salvación mediante obras, no por gracia. El Concilio de Trento sobre la Justificación (Canon 12) establece: “Si alguno dijere, que la fe justificante no es otra cosa que la confianza en la divina misericordia, que perdona los pecados por Jesucristo; o que sola aquella confianza [fe] es la que nos justifica; sea anatema [maldito].” Esto infiere que merecemos la gracia y la vida eterna sólo mediante obras expiatorias. En el Islam, el musulmán alcanza el perdón mediante el favor de Alá y las obras: "Alá ha prometido a los creyentes que obren rectamente que obtendrán el perdón [de sus pecados] y una magnífica recompensa. (Sura 5:9). Sólo mediante buenas obras que sobrepasen las malas y por la voluntad de Alá, puede un musulmán obtener el perdón de sus pecados y ganarse el acceso al paraíso. "Aquel día, aquellos cuyas obras buenas pesen más en la balanza serán los triunfadores. En cambio, quienes sus malas obras sean las que más pesen estarán perdidos, y morarán eternamente en el Infierno". (Corán 23:102-103).

En la Biblia, cuando Pablo habla de "obras," a menudo se refiere a las cosas producidas por el esfuerzo o vida de alguien. Existe una conexión con la carne. La carne trabaja duramente para lograr resultados, a su manera, haciendo lo que quiere -- siempre produciendo resultados carnales que provienen de la auto-realización. Nos auto-engañamos creyendo que nuestros logros humanos igualan el estándar de Dios de la santidad. La "salvación" no es una recompensa por las cosas buenas que hemos hecho, para que nadie se gloríe (Efesios 2:9).

Pablo nunca rehuyó el trabajo arduo. Inclusive hizo referencia al trabajo del ministerio. Pablo experimentó increíbles visiones, revelaciones, y demostraciones especiales de poder mientras trabajaba arduamente sirviendo a Dios. Aún así proclamó: "Pero por la gracia de Dios soy lo que soy;…Antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo sino la gracia de Dios conmigo." (Primera de Corintios 15:10).

Gracia contra Obras – Aceptando el Regalo de Dios
Pablo utiliza la vida de Abraham para examinar las obras. "Porque si Abraham fue justificado por las obras. . . tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios" (Romanos 4:2). Dios declaró a Abram [Abraham] justo por su fe, no por obras (Génesis 15:6). En Romanos 4, Pablo pasa a explicar que al que obra se le adeuda el salario, pero no se le cuenta como gracia. Así como con Abraham, con Pablo, y con todos los seguidores de Jesucristo, es nuestra fe la que nos da gozo con respecto a nuestra salvación (Romanos 5:2).

La palabra griega para gozo es chara, derivada de la palabra charis, la cual es la palabra griega que significa gracia. En otras palabras, aceptar el regalo de la gracia de Dios produce gozo. “. . . Aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo, inefable y glorioso. Obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas. Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación. . .” (Primera de Pedro 1:8–10).

Gracia contra Obras – Una Última Cosa
La gracia es mencionada sólo 38 veces en el Antiguo Testamento con el énfasis en las obras de Dios, no en las del hombre. El Nuevo Testamento hace abundantes referencias a la gracia que se le otorga al hombre a través de Jesucristo. Ningún código de leyes ni de actos expiatorios puede asegurar nuestra salvación (Segunda de Timoteo 1:9). Cuando Dios siembra Su Espíritu y Su Palabra en nuestros corazones podemos esperar la producción de fruto divino, es decir, buenas obras. Así como la gracia de Dios es derramada abundantemente sobre nuestras vidas, nuestras obras luego se derramarán como bendiciones en las vidas de otros.

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Y tú, ¿qué piensas?

Todos hemos pecado y merecemos el juicio de Dios. Dios, el Padre, envió a Su único Hijo para cumplir ese juicio por aquellos que creen en Él. Jesús, el creador y eterno Hijo de Dios, quien vivió una vida sin pecado, nos ama tanto que murió por nuestros pecados, tomando el castigo que merecíamos, fue sepultado, y se levantó de la muerte como lo dice la Biblia. Si de verdad crees y confías de corazón en esto, recibe a Jesús como tu Salvador, declarando: «Jesús es Señor», serás salvado del juicio y podrás pasar la eternidad con Dios en el cielo.

¿Cuál es tu respuesta?

Sí, hoy he decidido seguir a Jesús

Ya soy seguidor de Jesús

Sigo teniendo preguntas


¿por qué debería Dios dejarte entrar al cielo?






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