Ayuno Bíblico

Ayuno Bíblico - ¿Es necesario el ayuno para la iglesia cristiana de hoy?
El ayuno bíblico es una disciplina espiritual que fue fomentada por Jesús Mismo mientras estuvo en la tierra. Cuando le preguntaron por qué los Fariseos y los discípulos de Juan el Bautista ayunaban, mientras que los de Jesús no lo hacían, Jesús respondió: "¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán” (Mateo 9:15).

Jesús estaba indicando que el ayuno se volvería una necesidad cuando el esposo (Jesús) fuera quitado. Mientras Jesús, quien era Dios manifestado en forma humana, estuvo en la tierra, Sus seguidores disfrutaron una íntima comunión y amistad con Él. Jesús les otorgó poder y autoridad hasta el punto que tuvieron poder limitado para predicar, sanar a los enfermos, y sacar demonios. Similarmente, cuando Jesús los envió a ministrar al populacho, les dio instrucciones de llevar pocas provisiones. "Y a ellos dijo: ‘'Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado, ¿os faltó algo?' Ellos dijeron: '‘Nada.' Y les dijo: 'Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una'" (Lucas 22:35-36).

Jesús estaba enseñando que después de Su partida toda la dinámica cambiaría y sus discípulos necesitarían otro tipo de preparación y provisión. El ayuno era una parte vital de esta nueva preparación. El nuevo pacto está basado en la verdad de que lo hemos recibido todo en Cristo: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo" (Efesios 1:3).

No obstante, nosotros cooperamos con el Espíritu ejercitando nuestra salvación con mucha oración, meditación, y el estudio de la Palabra de Dios. Adicionalmente a todas estas prácticas espirituales, los cristianos también emplean la disciplina de humillación del ayuno.

Ayuno Bíblico - ¿Existe un método apropiado para ayunar?
El ayuno bíblico, a diferencia del ayuno médico o del ayuno por razones de salud, debe ser hecho con una actitud de seriedad y sinceridad. Cuando ayunamos, estamos dispuestos a privar al cuerpo de alimento y del gusto placentero de la comida. El cuerpo requiere alimento para su sustento. Por lo tanto, nuestros corazones y mentes deben estar completamente enfocados y dirigidos hacia Dios, para que Él pueda ser la fuente entera de nuestra fuerza durante nuestro periodo de ayuno.

El ayuno también debe ser hecho con una actitud de humildad. No es necesario que otros sepan que estamos ayunando; está dirigido a Dios. "Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público" (Mateo 6:17-18).

Adicionalmente a nuestras actitudes hacia Dios y a nuestra apariencia ante los hombres, nuestros motivos también deben ser los correctos. Debemos ayunar a fin de ayudar a edificar el reino de Dios tratando de ministrar a otros. El profeta Isaías recibió del Señor los motivos aceptables para nuestro ayuno: "¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de la impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en tu casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?" (Isaías 58:6-7).

El ayuno puede durar por diferentes periodos de tiempo -- un día, tres días, siete días, y más. Debemos inquirir en oración a Dios acerca de la duración de nuestro ayuno. El ayuno debe tener un objetivo en mente. Debemos tener una idea clara de la necesidad y propósito. Una de las razones más apremiantes para el ayuno cristiano puede ser el reavivamiento -- "¿No volverás a darnos vida?” (Salmo 85:6).

Ayuno Bíblico - ¿Cuáles son los beneficios del ayuno cristiano?
El ayuno bíblico nos lleva a una unión más íntima con Dios. Aunque nuestros cuerpos están siendo privados con el propósito de acercarnos a Dios, a cambio, Él ha prometido acercarse a nosotros. Esta es una certidumbre espiritual. A medida que nosotros decrecemos, el Espíritu crece. Somos fortalecidos y renovados como individuos. “. . .Aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día" (2da de Corintios 4:16).

Aunque este versículo aplica a nuestro destino eterno, el principio aplica a nuestra travesía temporal diaria; a medida que con humildad privamos a nuestros cuerpos con el ayuno, nuestro hombre espiritual es fortalecido y nuestros sentidos se agudizan. Este principio les fue provechoso a los apóstoles durante los días primitivos de la iglesia. Sus decisiones eran tomadas a través del ayuno y la oración; Dios les daba instrucciones y dirección. "Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: ‘'Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.' Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron” (Hechos 13:2-3).

Reyes malvados, en camino de ser destruidos, recibieron misericordia al humillarse y ayunar (1ra de Reyes 21:29). La ciudad entera de Nínive, incluyendo los animales, ayunó al oír la declaración de juicio del profeta Jonás -- y Dios los perdonó (Jonás 3:10). Jesús recibió preparación divina para Su ministerio terrenal mientras ayunaba y soportaba la tentación. Moisés esperó por Dios cuarenta días y recibió la revelación divina de los mandamientos de Dios.

Mientras nosotros esperamos el regreso del esposo, nuestro Señor Jesucristo, el ayuno ejemplifica nuestra actitud de hambre espiritual -- la promesa es que seremos saciados. "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados" (Mateo 5:6).

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Y tú, ¿qué piensas?

Todos hemos pecado y merecemos el juicio de Dios. Dios, el Padre, envió a Su único Hijo para cumplir ese juicio por aquellos que creen en Él. Jesús, el creador y eterno Hijo de Dios, quien vivió una vida sin pecado, nos ama tanto que murió por nuestros pecados, tomando el castigo que merecíamos, fue sepultado, y se levantó de la muerte como lo dice la Biblia. Si de verdad crees y confías de corazón en esto, recibe a Jesús como tu Salvador, declarando: «Jesús es Señor», serás salvado del juicio y podrás pasar la eternidad con Dios en el cielo.

¿Cuál es tu respuesta?

Sí, hoy he decidido seguir a Jesús

Ya soy seguidor de Jesús

Sigo teniendo preguntas


¿por qué debería Dios dejarte entrar al cielo?






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